(Legnano, 29 mayo 1891 – Cuenca, 30 abril 1982)
Religioso italiano de la Sociedad Salesiana de San Juan Bosco.
Se encuentra en proceso de beatificación por la Iglesia católica. Vivió 60
año como misionero en Ecuador, sobre todo con indígenas de la Amazonía
ecuatoriana.
Además de su labor religiosa, se dedicó a la educación, cine, antropología
y arqueología. Es uno de primeros investigadores de la Cueva de los Tayos, en
Ecuador.
Su labor principal la cumplió en Cuenca, donde su recuerdo se mantiene
en monumentos y en el nombre de diferentes instituciones.
Fue el padre
Crespi un hombre excepcional en todo el sentido de la palabra. Sus
investigaciones lo llevaron a develar grandes secretos de la historia, su
actividad pedagógica orientó y educó a varias generaciones, y su ministerio
pastoral redimió el alma de todos quienes acudieron a él en busca de ayuda
espiritual.
CRESPI, Rvdo.
Padre Carlos.- Misionero,
investigador y científico italiano, nacido en Legnano a mediados del mes de
mayo de 1891, hijo del Sr. Daniel Crespi y de la Sra. Luisa Croci.
Su primera
educación la recibió en una pequeña escuela de su pueblo natal, y luego pasó al
Liceo de Milán donde completó sus estudios. El resto de su instrucción con
vistas al bachillerato lo realizó -desde 1903 hasta 1906- en un importante
centro educacional de la ciudad de Turín. Por esa época ya se habían
manifestado en él sus primeras inquietudes religiosas y poco tiempo después
ingresó como novicio en el Convento de Toguizo. Al año siguiente, el 8 de
septiembre de 1907 profesó sus votos religiosos como miembro de la Congregación
Salesiana, y el 24 de julio de 1910 se ofreció a Dios con los votos perpetuos.
Posteriormente y
obedeciendo los postulados de su congregación, durante varios años -al tiempo
que continuaba realizando estudios de Teología y otras ciencias-, ejerció el
magisterio dictando eruditas conferencias de variados textos en el Instituto
Docente de Valzalice. Finalmente, y en procura de entregar la plenitud de su
vida al servicio de Dios, se consagró al estado venerable y sublime del
sacerdocio, recibiendo las órdenes el 29 de enero de 1917. Continuó entonces
asistiendo a la Universidad de Padua, donde el 15 de junio de 1921 obtuvo el
grado de Doctor en Pedagogía, Música, Prehistoria, Arquitectura, Ingeniería
Hidráulica, Topografía, Ecología, Etnografía y otras ciencias.
Dos años más
tarde, en acatamiento a su vocación de misionero salesiano abandonó su patria
para trasladarse al Ecuador, y luego de desembarcar en Guayaquil se dirigió
rápidamente a la ciudad de Cuenca donde llegó el 23 de abril de 1923.
«Aquí y no en
otra parte había de probar ser salesiano por dentro y por fuera, por así
decirlo, auténtico. Patentizando a ojos vistas a todas luces su amor a Dios y
al prójimo con hechos de verdad y realidades palmarias. Con su inclinación a
mantener el culto divino, en fomentar la devoción a María Auxiliadora, en ser
el ojo derecho su halago y dilección por los niños pobres, en trabajar y
trabajar sin estarse de más y a carta cabal por el mejoramiento, el bienestar,
la autosuficiencia de la colectividad» (Pbtro. José Rafael Alvarado.- Rasgos
Biográficos del Reverendo Padre Carlos Crespi, p. 9).
Toda su vida, que
la paso en Cuenca, la dedicó por entero al servicio de la educación de los
niños y a la creación de un notable museo; y en cumplimiento de sus sagrados
ideales de cristiandad, fundó el Colegio Cornelio Merchán, el Colegio Normal
Orientalista, el Filosofado y la Escuela de Artes y Oficios que más tarde se
convirtió en el Colegio Técnico Salesiano.
El 11 de
septiembre de 1956, en reconocimiento a la suma de logros benéficos realizados
en pro de la ciudad y la provincia, recibió de parte de monseñor Serrano Abad
el título de Canónigo Honorario de la Catedral de Cuenca; y el 7 de noviembre
de ese mismo año, el Alcalde de la ciudad -Dr. Luis Cordero Crespo-, lo declaró
Hijo Ilustre de Cuenca.
Fue uno de los
principales promotores y gestores que lograron llevar a cabo, a mediados de
junio de 1967, el Congreso Eucarístico Nacional que se realizó en la ciudad de
Cuenca, que reunió a las más altas autoridades de la Iglesia Católica
Ecuatoriana en un cónclave o simposio en el que se expusieron sus argumentos,
sopesaron sus teorías y doctrinas, y ventilaron graves problemas sociales y
religiosos por los que atravesaban el país y la Iglesia.
Víctima de una
penosa y larga enfermedad, el reverendo padre Carlos Crespi murió en Cuenca el
30 de abril de 1982.
Fuente:
Enciclopedia del
Ecuador.
Histórica *
Geográfica * Biográfica
Por: Efrén Avilés
Pino.
ETNOLOGO.- Nació en Legnano, Italia, en Mayo de 1.891 y fueron sus
padres legítimos Daniel Crespi, Administrador de una hacienda de los contornos y
María Croci. El tercero de una larga familia compuesta de trece hermanos, de
los cuales ocho fueron varones y cinco mujeres; estudió la primaria en un
Gimnasio de su lugar natal y en uno de Milán y en 1.903 inició la secundaria en
Baisael cerca de Turín; pero el año 6, debido a su carácter serio y circunspecto
y a la admiración que sentía por sus profesores salesianos, decidió entrar a
dicha Orden, ya tocaba muy bien el piano.
El 8 de Septiembre de 1907 ingresó al Noviciado de Toguizo; era de buen
ver, baja estatura, contextura gruesa, ojos celestes, pelo castaño y hablaba con
profunda convicción. Representaba más edad de la que realmente tenia.
En 1.910 juró los Votos Perpetuos y pasó al Colegio Mampridime en Este,
donde ejerció el magisterio, alternado con Cursos de Teología sobre temas
trascendentes y doctrinas relativas a la fe. El 17 recibió el Orden
Sacerdotal.
De allí en adelante estudió en la Universidad de Padua diversas asignaturas
humanísticas tales como Estética, Pedagogía, Música, Prehistoria y hasta
Arquitectura y ciertas materias técnicas del tipo de Ingeniería Hidráulica,
Topografía, Economía y Etnografía hasta doctorarse el 15 de Julio de 1.921 en
Etnología
A principios de 1.923 abandonó Italia por el puerto de Génova para iniciar
la vida misionera en Sudamérica. Primero estuvo en Guayaquil, el 23 de Abril
llegó a Cuenca y fue inmediatamente destinado al Oriente a recolectar tiestos
arqueológicos y objetos varios. Con tal motivo se adentró en la selva, "Fue un
encuentro maravilloso con la naturaleza feraz de la Amazonía que le deslumbró.
Todo era nuevo, desde los grandes ríos y espesos bosques hasta el hombre
primitivo que los habitaba. Y tras varios meses expedicionando en lo que el
calificó de viaje pintoresco para un valiente aficionado a la naturaleza salvaje
pero bien pesado para el 99% de los mortales, volvió a Turín.
Su trabajo había
sido duro, pues también recopiló millares de anotaciones sobre los salvajes, así
como un cajón con fotografías, otro con cabezas disecadas (Tzanzas) planos,
etc. Y participó en la primera Exposición Misional Salesiana, en cuya Clausura
pronunció un discurso. Su muestra formada con multitud de collares, coronas de
plumas, pieles de jaguar y león, serpientes venenosas, pájaros vivos y
disecados, causó una honda impresión, sobre todo las tzanzas que fueron materia
de más de un debate y horrorizaron a las tranquilas damas concurrentes.
De esta época son sus artículos "L' Oriente equatoriano e sue possibilita
di colonizzazione" aparecido en Milán y "Un explorazione al Santiago (Equatore)"
primero de sus múltiples trabajos en el Bolletino Salesiano de Turín, al que
siguieron "Au Milieu des sauvages de Gualaquiza", "Gli indii della sierra
equiatoriana","XXX aniversario della Missiones di Gualaquiza" y "Tra y selvaggi
di Gualaquiza (Equatore)" que revelan su amor por la "Floresta inmensa de
millones de kilómetros, siempre verde, siempre nueva", según frase que describe
todo su amor por esa poderosa naturaleza.
Vale anotar que para 1.925 existían cinco proyectos misionales salesianos
en el Ecuador y la necesidad de documentar tan difícil tarea le llevó a escribir
esas Monografías, diarios de viajes graficados con fotografías, etc.
En 1.926 trasladó su Exposición a New York "a fin de ofrecer al público
curioso una variada colección de objetos autóctonos, piezas prehistóricas y
otras de uso común propias de la Etnografía" y de regreso a la amazonía tuvo la
oportunidad de filmar en Santiago de Méndez, valle del río Upano, en más de
2.500 metros de negativos que finalmente quedaron reducidos a la mitad,
cincuenta escenas diferentes con la colaboración del fotógrafo Rodrigo Bucheli y
de Carlos Bocaccio, a quienes dirigió. Para la edición primitiva de "Los
invencibles Shuaras del Alto Amazonas", contó con el trabajo del operador Vitey
de Fontana, editor de afamadas películas italianas como "Quo Vadis" y "Los
últimos días de Pompeya" (1) demás está decir que la película fue silente, pues
aún no se había inventado el cine sonoro y con ella se situó entre los pioneros
del cine ecuatoriano.
Crespi dividió el film en cuatro partes: la primera en el mar de Génova y
posterior llegada al oriente. La segunda trató sobre las costumbres de los
Jíbaros y sus formas de caza. La tercera sobre la fiesta de la Tzanza o cabeza
reducida y la Cuarta mostraba la obra salesiana en las Misiones del oriente y la
del Comité Patriótico orientalista de señoras. Su autor la comentó de la
siguiente poética manera: "En el ecran se proyectan lindas escenas naturales de
armadillos, guatuzas, faisanes, pavos predicadores y preciosísimos adornos como
un collar de cinco mil dientes de mono, un tejido hecho con quinientos fémures
de pájaro, otro hecho con seis mil alitas de insectos, un sombrero de última
moda y finalmente las ceremonias de la gran fiesta de la Tzanza que termina con
una interesantísima serie de bailes a cual más original y sugestivo."
(1) El Documental se desgastó con el tiempo y las múltiples
proyecciones, sus fragmentos se dispersaron en el incendio del Instituto Técnico
Salesiano Cornelio Merchán de Cuenca; sin embargo, la Cinemateca Nacional de la
CCE recogió las imágenes que habían quedado y contando con filmaciones de la
época, relativa a los trabajos misioneros salesianos, logró copiar las imágenes;
cuadro a cuadro, para obtener negativos nítidos. Luego se procedió a efectuar
la edición incluyendo fotos fijas y textos, obteniéndole un nuevo copiado al que
se le incorporó música y trucaje, todo ello gracias al apoyo de la UNESCO y de
los Laboratorios de la UNAM de Méjico.
El estreno se realizó en el teatro Edén de Guayaquil el 26 de Febrero de 1.927 y pocos días después en el Sucre de Quito, en función de Gala a la que asistió el Presidente Isidro Ayora y su esposa y sirvió para la recolección de fondos en favor de la obra misionera salesiana. Por otra parte probó la estimación de Crespi a la raza "Jíbara" y a exaltación de los misioneros. Su paisano el sabio Luis Sodiro, S.J., clasificó con el nombre de "Crespiones" a una familia de helechos muy bellos y grandes que aparecen fotografiados en el film.
Crespi inicio un tipo nuevo de colonización a través de la introducción de
herramientas sencillas al trabajo de los nativos, construcción de vías de
comunicación y puentes sobre ríos y el aporte de la fe religiosa sobre la
conciencia de los mal llamados "Jíbaros", término peyorativo que significa
salvaje en quichua y que entonces se usaba como nombre genérico para las tribus
indígenas del oriente del Ecuador.
Ese año editó "Quarente giorni di escursioni nella regione di Indanza" y
una Monografía del oriente azuayo en 16 págs., y en el Bolletino Salesiano salió
"Tray Kivari". El 27 "Equatore (Misslone dei Kivaros) tragli stregnoni di
Arapicos". El 28 "Un excursione alla Misiones di Mendes", "Entro giorni di
escursioni nella valle dell'Upano" que también se publicó en francés. El 30 "Ou
en est 1'evangelisation des kivaros."
En 1.930 dio inicios en Cuenca a la construcción del Instituto Cornelio
Merchán y mientras procedía a la excavación para los cimientos halló un gran
número de tiestos entre los cuales sobresalió una olla de grandes dimensiones y
al seguir excavando logró otras más. Desde entonces, siguiendo las huellas de
Max Uhle, se dedicó a la arqueología de la zona pero sin utilizar el método
científico de dicho sabio alemán, de suerte que no estableció conclusiones
generales.
Designado Rector del Cornelio Merchán y del Oratorio Festivo mantuvose
largos años al lado de los niños por ser esa la labor preferida de Don Bosco
perdiendo la etnología ecuatoriana a uno de sus más valiosas miembros. Y como
sacerdote perseverante en sus obligaciones, dabase tiempo para acrecentar el
edificio con nuevas obras, formó un gimnasio, diferentes talleres, un salón de
conferencias, etc.
Los padres Cadena y Delgado habían montado en Cuenca un pequeño teatro
infantil que hacía las delicias de todos por igual y Crespi lo reinaguró como
Cinema en 1.932 con fotogramas de imágenes fijas (sin movimiento) que al poco
tiempo dieron paso a las primeras películas sonoras que se espectaron en Cuenca
a través de un pequeño proyector importado de Italia. Todo ello con afán
moralizador, pues solo pasaba películas inocuas, de escenarios animados, géneros
variadísimos y temática universal.
Diligente, generoso, paternal, recibía a cientos de niños analfabetos,
encauzándoles por la buena senda del trabajo y del deber y les "entretenía con
recreaciones de índole y sabor autóctonos, dándoles a holgar al aire libre con
deportes apropiados, ejercicios gimnásticos y breves chapuzones en una pileta de
natación."
Tal comportamiento repetido a través de muchos años le ganó corazones y los
cuencanos dieron en estimarle como si fuera un santo, por su sinceridad en hacer
el bien a los demás sin pedir ni recibir nada a cambio.
Otra de sus facetas fue la del coleccionista de objetos variadísimos, desde
los artísticos, tales como cuadros al óleo, al fresco, al temple, al pastel, al
crayón o al lápiz, con imágenes de santos, Cristos y vírgenes o con paisajes
idílicos y comarcanos, hasta hermosísimas esculturas sobresaliendo los famosos
Cristos llagados de Vélez o Ayabaca, algunos de los cuales sacó al exterior para
lograr fondos para sus obras sociales. También contaba con objetos
arqueológicos y otros de tipo vernacular en el austro.
En 1.938 el Padre Elias Brito anotó en su obra "Misiones salesianas en el
oriente ecuatoriano" en tres tomos, que uno de los más importantes miembros de
la Orden en nuestra patria era Crespi, no solamente por su aporte científico
sino también por su obra misionera pedagógica y social, pues era una figura muy
conocida en el austro. Y para la construcción de una nueva Capilla a la Virgen,
mayor y mejor adecuada que otra antigua que se estaba derrumbando, había
recibido del padre Castognoli la orden de visitar las parroquias y allegar
fondos y por eso se acostumbró a recorrer hasta los últimos rincones del Azuay y
pudo terminarse el templo de María Auxiliadora; pero tantos viajes y sobre todo
la carga de horarios interminables de trabajo, le ocasionó una bronquitis
crónica que se le mejoró con la visión de una señora luminosa, quien le indicó
que aún le faltaban muchos años de labor. El siempre creyó que se había tratado
de una milagrosa aparición quizá de Santa Teresita del Niño Jesús de quien era
muy devoto, lo cual, sabido por el pueblo, acrecentó su fama de santo.
Los niños le preferían para las confesiones porque no era exigente con
ellos ni acostumbraba retar. Solo les preguntaba en alta voz porque había
comenzado a quedar sordo: ¿Habéis peleado? ¿Habéis desobedecido? ¿Habéis
insultado? Y allí quedaba todo, luego les gritaba "Bendición".
Los grandes tampoco le faltaban pues como buen sordo por más que le confesaran pecados mayores que entonces eran los relacionados con el sexo, bendecía por igual y salían aliviados a rezar un Padre Nuestro y tres Avemarías; pasado el susto, los muy pícaros volvían a las andadas aunque no faltaban de cuando en cuando algunos arrepentimientos verdaderos. En cambio era fama que en San Alfonso los redentoristas sádicamente daban látigo por penitencia, sobre todo a las adulteras, de suerte que los maridos acostumbraban llevar a esa iglesia a sus mujeres, cuando dudaban de ellas, para saber la verdad. Y si había látigo de penitencia, entonces les cargaban a palos en las casas, pues habían probado de que pie cojeaban. Estas costumbres medioevales aún se practicaban en la Cuenca que yo conocí a fines de 1.968.
Los grandes tampoco le faltaban pues como buen sordo por más que le confesaran pecados mayores que entonces eran los relacionados con el sexo, bendecía por igual y salían aliviados a rezar un Padre Nuestro y tres Avemarías; pasado el susto, los muy pícaros volvían a las andadas aunque no faltaban de cuando en cuando algunos arrepentimientos verdaderos. En cambio era fama que en San Alfonso los redentoristas sádicamente daban látigo por penitencia, sobre todo a las adulteras, de suerte que los maridos acostumbraban llevar a esa iglesia a sus mujeres, cuando dudaban de ellas, para saber la verdad. Y si había látigo de penitencia, entonces les cargaban a palos en las casas, pues habían probado de que pie cojeaban. Estas costumbres medioevales aún se practicaban en la Cuenca que yo conocí a fines de 1.968.
En 1.956 le designaron Canónigo Honorario de la Catedral por manos del
Obispo Manuel de Jesús Serrano Abad y todos estuvieron de acuerdo en lo merecido
de la elección. En Noviembre la Municipalidad de Cuenca le declaró "Hijo
Ilustre" siendo Alcalde Luis Cordero Crespo. El Ministro de Educación,
Humberto Vacas Gómez, le concedió la Medalla al Mérito Educacional de Primera
Clase.
En 1.967 fue uno de los principales promotores del Congreso Eucarístico de
Cuenca y cuando le conocí el 68, ancianito y encorvado pero con una eterna
sonrisa en los labios, me atendió con aquella afabilidad propia de los espíritus
elevados y generosos en "su " Museo, que ya no era nada más que una
Cachivachería de objetos raros, entremezclados en el mayor desorden, pues junto
a un Cuerno de marfil tallado íntegramente, de quien sabe qué lugar del planeta
que no ha de haber sido el oriente ecuatoriano, por algún artesano, pero que el
atribuía erróneamente nada menos que al Giotto; había un rallador de hojalata de
uso común y corriente en las cocinas, multitud de tiestos arqueológicos puestos
unos encima de otros en singular desorden y sin clasificación, pues Crespi nunca
había sido un arqueólogo en el sentido estricto del término.
Todo en suciedad, empolvado y en el suelo o sobre destartaladas mesas dentro de un barracón en mal estado. El desorden era pintoresco y los turistas y sus familiares cuencanos, porque la visita al "Museo del Padre Crespi" era casi una obligación para quien llegaba a la ciudad, tenían que inclinarse a recoger y examinar lo que más les llamara la atención pues de todo había. Era el sobrante de un Museo artístico y etnográfico que alguna vez debió ser muy grande y completo. Aún quedaban algunos óleos republicanos, casi todos primitivos o de pintores de poco valor. Las piezas finas había tenido que vender a fin de proveer al Merchan de los fondos necesarios para el mejor servicio a la comunidad azuaya. Por eso nadie le reprochaba nada, pues Crespi era de una pobreza absoluta, sus hábitos hacia muchísimo tiempo que habían dejado de ser negros para convertirse en verdosos por el desgaste y el uso.
Todo en suciedad, empolvado y en el suelo o sobre destartaladas mesas dentro de un barracón en mal estado. El desorden era pintoresco y los turistas y sus familiares cuencanos, porque la visita al "Museo del Padre Crespi" era casi una obligación para quien llegaba a la ciudad, tenían que inclinarse a recoger y examinar lo que más les llamara la atención pues de todo había. Era el sobrante de un Museo artístico y etnográfico que alguna vez debió ser muy grande y completo. Aún quedaban algunos óleos republicanos, casi todos primitivos o de pintores de poco valor. Las piezas finas había tenido que vender a fin de proveer al Merchan de los fondos necesarios para el mejor servicio a la comunidad azuaya. Por eso nadie le reprochaba nada, pues Crespi era de una pobreza absoluta, sus hábitos hacia muchísimo tiempo que habían dejado de ser negros para convertirse en verdosos por el desgaste y el uso.
Desaliñado, con una larga y descuidada barba blanca que casi le cubría la
cara y daba apariencia de sucio, inspiraba sin embargo una respetuosa
admiración. Era un venerable santón comarcano muy dado a las chanzas y a la
sonrisa fácil pues en él todo era inocencia y hasta candor y según decían los
que le conocían, en su trato habitual era como muchacho porque le agradaba
bromear con la gente, de suerte que se festejaba con chicos y grandes por
igual.
Se le veía activo y de movimientos rápidos, después supe que se fue
debilitando con el paso de los meses, a consecuencia de una vieja dolencia al
estómago que no le permitía alimentarse bien, hasta que le llegó el día en que
casi no probaba comida, a duras penas una fruta, algo de leche y galletas,
siempre compartidas con alguno de sus chiquillos del Merchán.
Hablaba con fluidez el latín, italiano, español, francés y shuara, tocaba
el piano desde niño y hasta componía melodías, de suerte que era infaltable
miembro de todo Jurado para los concursos artísticos en el Azuay.
Emilio Estrada Icaza contaba que estando con Crespi en Cuenca, este le había mostrado un par de tablillas de arcilla impresas con escritura cuneiforme, las últimas que quedaban del perdido idioma de los primitivos Cañaris, no de los mitimaes incásicos llegados con Tupac Yupanqui. Emilio las tuvo en sus manos y se admiró de su antigüedad y rareza.
Emilio Estrada Icaza contaba que estando con Crespi en Cuenca, este le había mostrado un par de tablillas de arcilla impresas con escritura cuneiforme, las últimas que quedaban del perdido idioma de los primitivos Cañaris, no de los mitimaes incásicos llegados con Tupac Yupanqui. Emilio las tuvo en sus manos y se admiró de su antigüedad y rareza.
En 1.972 el Ministerio de Educación designó un Colegio con el nombre del
Padre Crespi, el 74 le tocó a una calle cuencana ese honor, el 82 el Presidente
de Italia le otorgó la Orden al Mérito en el grado de Comendador.
Pocas semanas después falleció a la edad de 91 años, respetadísimo por la santidad de sus costumbres y el gran bien realizado en favor de la niñez del país. Entonces se recordó que uno de sus mayores méritos había sido haber amado la amazonía ecuatoriana, calificándola con palabras poéticas y proféticas de "floresta emporio de riquezas que atraerían irremediablemente la codicia del hombre sobre ella".
Pocas semanas después falleció a la edad de 91 años, respetadísimo por la santidad de sus costumbres y el gran bien realizado en favor de la niñez del país. Entonces se recordó que uno de sus mayores méritos había sido haber amado la amazonía ecuatoriana, calificándola con palabras poéticas y proféticas de "floresta emporio de riquezas que atraerían irremediablemente la codicia del hombre sobre ella".
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Fuente: diccionariobiograficoecuador.com
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